jueves, 30 de octubre de 2008
De la peripecia contra los carabinieri y el ardor de los comeflores
Mi día a día cada vez se parece más a una novela de Marian Keys. Después de ganar la batalla a la lavadora y de que mis recientes amigos me regalasen varios libros de cocina ahora desarrollo mi faceta profesional con desenvoltura.
Esta mañana sin ir más lejos estuve en la manifestación del sector educativo contra la reforma de la enseñanza. Como siempre que voy a este tipo de cosas me recorría una especie de escalofrío tipo "Al filo de la noticia" desde que me subí en el metro rodeada de hippies comeflores con banderines del PD. Claro, que la cosa cambió bastante cuando esos mismos hippies comeflores consiguieron que cerraran todas las bocas de metro e hicieron que tuviera que andar (léase, tropezar cada dos pasos con los codos en expansión, tipo baile del pollo) hacia la estación de Termini para enviar la crónica a tiempo... Algo evidentemente demsiado optimista, porque la crónica ha llegado casi media hora tarde.
Al menos no me han robado el monedero en el metro y no se han acercado a decirme amablemente que me fuera de allí, como hicieron el viernes en el Vaticano. Intenté recordar algún momento de aquella película en la que salían Nick Nolte y Julia Roberts para convencer al carabiniero de que la acreditación en aquella plaza tan grande donde no molestaba a nadie no hacía falta y si hacía falta yo no me había enterado. Debí parecerle lo suficientemente estúpida porque me dejó acabar la crónica e irme. Eso sí, me dijo que la próxima vez... le tenía que enseñar la famosa tarjetita identificativa.
miércoles, 22 de octubre de 2008
¿Por qué... por qué...?
jueves, 16 de octubre de 2008
El cartero siempre llama dos veces
En mi rutina diaria está pasar por la oficina de correos al menos cinco veces. Normal si tenemos en cuenta que vivo en el edificio que hace esquina con la "posta". Al principio era divertido ver colas de gente esperando a que abriese o a sacar dinero en el cajero (porque aquí la posta resulta que también tiene un cajero ¿¿??) porque me imaginaba que eran hombres haciendo cola para venir a verme. Es lo que tiene lo que contaba el otro día del ego.
Ahora sin embargo estoy preocupada. Después de leer tanto sobre la camorra, ver la película que Italia llevará a los Oscar y saber que su autor se va del país porque quieren ponerle una bomba antes de Navidad me fijo en los detalles. Resulta que siempre que paso por esta oficina hay un tipo vestido de azul oscuro con gafas de sol y un mp3 que lleva unas 'doctor marteen' negras y que no se mueve en toda la mañana. No mueve ni una ceja vamos. Lo más curioso es que ¡lleva un chaleco antibalas!
¿El cartero? ¿El guardaespaldas del cartero? Después de emprender la maravillosa aventura de retirar una carta certificada he entendido que debe de ser el guardaespaldas de los que trabajan dentro. De hecho de una rubia pérfida que toma café tras café detrás del mostrador blanco. Esta mujer ciertamente tiene que estar amenazada de muerte por varios grupos mafiosos, terroristas y de amas de casa. Yo de hecho experimenté en mis propias carnes un deseo enorme de acabar con ella.
Llegaba yo con algo de prisa por eso de que me estaba esperando mi adorada vecina para llevarme a hacer la compra. Pensaba, ilusa, que tardaría unos cinco minutos en retirar la carta teniendo en cuenta que había tres personas a parte de mí. ILUSA. Después de sacar el papelito similar al de la frutería me di cuenta de que aquella malévola mujer que tenía que atenderme, en vez de dar al botón para que cambiase del P20 al P21 lo que hacía era meterse por una puertecita y salir con un café. Vi su cucharilla removerse con parsimonia mientras yo la miraba con ojos-escupe-fuego. Nada. Ni se inmutó. Después de un rato me acerqué y tras una amable charla accedió a atenderme. Media hora. Ni un minuto más ni uno menos fue lo que tardó en darme la maldita carta que al fin y al cabo tampoco era la que yo estaba esperando... No me extraña nada que ponga a su novio con chaleco antibalas en la puerta por si las moscas.
martes, 14 de octubre de 2008
Cómo te echo de menos
lunes, 13 de octubre de 2008
Sei pronta per vedere il posto più kitsch di Roma?
martes, 7 de octubre de 2008
Para que no se pierda
Báilame el agua.Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto. Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor. Sácame de quicio. Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado. Hazme sufrir. Aviva las ascuas. Ponme a secar como un trapo mojado. No desates las cuerdas hasta que sea tarde. Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos. Líbrame de mi estigma. Llámame tonto. Sacrifica tu aureola. Perdóname. Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora. No me arrastres. No me asustes. Vete lejos. Pero no sueltes mi mano. Empecemos de nuevo. Sangra mi labio con sanguijuelas de colores. Fuma un cigarro para mí. Traga el humo. Arréglalo y que no vuelva a estropearse. Échalo fuera. Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora. Sueña retorcido. Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos. Dame la llave de tus oídos. Toca mis ojos abiertos. Nota la textura del calor. Hasta reventar. Sé yo mismo y no te arrepentirás. ¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos. Yo te enviaré a los míos. Píllate los dedos. Los lameré hasta que no sepan a miel. Hasta que no dejen de ser miel. Sal, niega todo y después vuelve. Te invito a un café. Caliente claro. Y sin azucar... Sin aliento.
(Báilame el agua. Daniel Valdés)