martes, 16 de diciembre de 2008

Mary Poppins y el gorro de Papá Noel


Me decía el otro dia un romano que los antiguos habitantes de la capital creían que el Tíber era un dios y que está claro que este dios está bastante enfadado por algo, porque el río amenaza con desbordarse día sí y día también.

Para protegerse de las lluvias monzónicas el romano de a pie se hace con un paraguas-pararrayos que viene a ser un instrumento que cualquier esquimal adoptaría como iglú perfectamente. Ocupa toda la calle, algo que tampoco es tan difícil, y vives durante unos momentos al día en ese ambiente de "vita spericolata" al que le cantaba Vasco Rossi. Vamos que si no te sacan un ojo eres una persona afortunada. Mary Poppins ya hizo uso de un paraguas romano en la famosa película a la que dio nombre. Pero ella era un personaje cariñoso que no intentaba matar al deshollinador con tan letal arma. Gracias a eso Mary pudo participar también en Sonrisas y Lágrimas y ligarse a un capitán rico.

Mientras tanto he conseguido evitar mi aparición en los hogares españoles estas fiestas con un gorro de papá noel que hubiera hecho las delicias de niños y mayores. Hubiera sido mucho cambio si tenemos en cuenta que el año pasado posaba junto al Belén que canta con mi copa de champán toda elegante deseando una feliz navidad. Vaya por delante que el Belén que canta da miedo, pero más miedo dan las posibles represalias de los castañeros de Piazza Navona (unos timadores que te cobran el cucurucho de castañas a cinco euros y que no dejan su puesto de trabajo ni ante las amenazas de los carabinieri) a mi actuación con el susodicho gorro.

Aún bajo la lluvia he aprendido un nueva palabra (tocomocho) y he encontrado otro genio a admirar en las noticias, el gran Madoff.

Once