jueves, 30 de octubre de 2008

De la peripecia contra los carabinieri y el ardor de los comeflores



Mi día a día cada vez se parece más a una novela de Marian Keys. Después de ganar la batalla a la lavadora y de que mis recientes amigos me regalasen varios libros de cocina ahora desarrollo mi faceta profesional con desenvoltura.

Esta mañana sin ir más lejos estuve en la manifestación del sector educativo contra la reforma de la enseñanza. Como siempre que voy a este tipo de cosas me recorría una especie de escalofrío tipo "Al filo de la noticia" desde que me subí en el metro rodeada de hippies comeflores con banderines del PD. Claro, que la cosa cambió bastante cuando esos mismos hippies comeflores consiguieron que cerraran todas las bocas de metro e hicieron que tuviera que andar (léase, tropezar cada dos pasos con los codos en expansión, tipo baile del pollo) hacia la estación de Termini para enviar la crónica a tiempo... Algo evidentemente demsiado optimista, porque la crónica ha llegado casi media hora tarde.

Al menos no me han robado el monedero en el metro y no se han acercado a decirme amablemente que me fuera de allí, como hicieron el viernes en el Vaticano. Intenté recordar algún momento de aquella película en la que salían Nick Nolte y Julia Roberts para convencer al carabiniero de que la acreditación en aquella plaza tan grande donde no molestaba a nadie no hacía falta y si hacía falta yo no me había enterado. Debí parecerle lo suficientemente estúpida porque me dejó acabar la crónica e irme. Eso sí, me dijo que la próxima vez... le tenía que enseñar la famosa tarjetita identificativa.

miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Por qué... por qué...?


En 1963 Rita Pavone sacó una canción que se convirtió en éxito "La partita di pallone". Muchos creerán que está pasada de moda pero esta mujer fue como Galileo, un genio precursor, una mujer que quería ir al fútbol con su novio y a la que éste dejaba sola sin motivo aparente. Una mujer que cantaba para las generaciones venideras.
El domingo pasado yo misma tuve una revelación mientras canturreaba el tema en mi cabeza... llevaba una horquilla con una mariposa en el pelo, tacones y un vestido negro... y me daba cuenta de que me habían plantado.
En este mundo en el que encontrar un hombre al que presumiblemente no se le va a caer el pelo en breve es tan difícil, aquellos que gozan de salud capilar sufren de pasotismo. Creen que si no se levantan por la mañana con una madeja en la almohada está todo hecho y no amigos. Ya sabemos que los calvos son seres crueles pero ahora descubrimos que un pelazo tampoco garantiza un mínimo de sensibilidad. Por eso Rita no hacía distinciones y los metía a todos en el mismo saco.

jueves, 16 de octubre de 2008

El cartero siempre llama dos veces


En mi rutina diaria está pasar por la oficina de correos al menos cinco veces. Normal si tenemos en cuenta que vivo en el edificio que hace esquina con la "posta". Al principio era divertido ver colas de gente esperando a que abriese o a sacar dinero en el cajero (porque aquí la posta resulta que también tiene un cajero ¿¿??) porque me imaginaba que eran hombres haciendo cola para venir a verme. Es lo que tiene lo que contaba el otro día del ego.

Ahora sin embargo estoy preocupada. Después de leer tanto sobre la camorra, ver la película que Italia llevará a los Oscar y saber que su autor se va del país porque quieren ponerle una bomba antes de Navidad me fijo en los detalles. Resulta que siempre que paso por esta oficina hay un tipo vestido de azul oscuro con gafas de sol y un mp3 que lleva unas 'doctor marteen' negras y que no se mueve en toda la mañana. No mueve ni una ceja vamos. Lo más curioso es que ¡lleva un chaleco antibalas!

¿El cartero? ¿El guardaespaldas del cartero? Después de emprender la maravillosa aventura de retirar una carta certificada he entendido que debe de ser el guardaespaldas de los que trabajan dentro. De hecho de una rubia pérfida que toma café tras café detrás del mostrador blanco. Esta mujer ciertamente tiene que estar amenazada de muerte por varios grupos mafiosos, terroristas y de amas de casa. Yo de hecho experimenté en mis propias carnes un deseo enorme de acabar con ella.

Llegaba yo con algo de prisa por eso de que me estaba esperando mi adorada vecina para llevarme a hacer la compra. Pensaba, ilusa, que tardaría unos cinco minutos en retirar la carta teniendo en cuenta que había tres personas a parte de mí. ILUSA. Después de sacar el papelito similar al de la frutería me di cuenta de que aquella malévola mujer que tenía que atenderme, en vez de dar al botón para que cambiase del P20 al P21 lo que hacía era meterse por una puertecita y salir con un café. Vi su cucharilla removerse con parsimonia mientras yo la miraba con ojos-escupe-fuego. Nada. Ni se inmutó. Después de un rato me acerqué y tras una amable charla accedió a atenderme. Media hora. Ni un minuto más ni uno menos fue lo que tardó en darme la maldita carta que al fin y al cabo tampoco era la que yo estaba esperando... No me extraña nada que ponga a su novio con chaleco antibalas en la puerta por si las moscas.

martes, 14 de octubre de 2008

Cómo te echo de menos

He aquí lo último que he visto de Muchachada Nui. En la lejanía siguen siendo unos genios. No sé si me gusta más que el de Ahmadinejad...


lunes, 13 de octubre de 2008

Sei pronta per vedere il posto più kitsch di Roma?


Si probais a meter la palabra "kitsch" en google-imágenes os aparece esto que yo he puesto a la izquierda, sólo para ilustrar la suerte de cosas que se pueden encontrar en el establecimiento en el que estuve esta tarde: MAS.
Seguramente el italiano de a pie no sabe lo que significa MÁS en castellano, pero el dueño de la tienda puedo jurar que sí. Sobre todo porque es el reino de la exageración y lo único que he encontrado hasta el momento (dejando en otra categoría las obras de arte y monumentos, por supuesto) en lo que Roma supera a Madrid. ¡¡Tienen un chino enorme y su dueño no es chino!! Si el rey del humor Wang Tang, jefe del departamento de chino de la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid, supiera de la existencia de este homenaje a su cultura, se sentiría ofendido por no haber tenido la idea él.
Wang Tang llegó a Madrid hace veinte años y se desposó con Consuelo. El nombre a esta mujer le viene que ni pintado porque hace falta tener paz espiritual para casarse con mi profesor de chino. Seguramente con cualquier chino en general. Con esa sonrisa eterna en la cara y esa maldad intrínseca que siempre me han recordado al maestro Yoda (pero menos verdes, claro).
Me acuerdo perfectamente del día en el que descubrí que el chino es un pueblo cruel. Había leído una frase endemoniada que venía a significar "Pepe estudia en la universidad chino, María es de Málaga y estudia inglés, su madre es polaca". La cuestión es que me había salido tan mal el intento que le pregunté al señor Wang si podía repetir la frase, a lo que él respondió "puedes repetir... curso". Mi amor por China, los chinos, pedir comida china los fines de semana mientras veía Sexo en Nueva York... Todo se quedó ahí, en la clase número 5.10 de la escuela de Jesús Maestro. Prefiero a los italianos que te llevan a chinos que parecen el Corte Inglés.

martes, 7 de octubre de 2008

Para que no se pierda

Lo leí hace al menos diez años, lo pongo aquí con banda sonora para que no se pierda.


Báilame el agua.Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto. Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor. Sácame de quicio. Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado. Hazme sufrir. Aviva las ascuas. Ponme a secar como un trapo mojado. No desates las cuerdas hasta que sea tarde. Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos. Líbrame de mi estigma. Llámame tonto. Sacrifica tu aureola. Perdóname. Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora. No me arrastres. No me asustes. Vete lejos. Pero no sueltes mi mano. Empecemos de nuevo. Sangra mi labio con sanguijuelas de colores. Fuma un cigarro para mí. Traga el humo. Arréglalo y que no vuelva a estropearse. Échalo fuera. Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora. Sueña retorcido. Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos. Dame la llave de tus oídos. Toca mis ojos abiertos. Nota la textura del calor. Hasta reventar. Sé yo mismo y no te arrepentirás. ¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos. Yo te enviaré a los míos. Píllate los dedos. Los lameré hasta que no sepan a miel. Hasta que no dejen de ser miel. Sal, niega todo y después vuelve. Te invito a un café. Caliente claro. Y sin azucar... Sin aliento.

(Báilame el agua. Daniel Valdés)

lunes, 6 de octubre de 2008

El zapatito de Cenicienta


Érase una vez una joven que se cortó el pelo para irse a Italia con un look más a lo Katie Holmes. Llegó a Roma con dos pares de botas y unas zapatillas de deporte y se dio cuenta de que era imposible sobrevivir con ese fondo de armario en esa ciudad tan estilosa.
A los pocos días la joven se puso a buscar trabajo. Probó en librerías y centros de saber, porque pensaba que con su pinta de ratón de biblioteca sería fácil que la cogieran pero nada más lejos de la realidad. Cerca del Panteón se paró a mirar el escaparate de una tienda de zapatos y entonces lo vio: "se busca dependienta".
La malévola propietaria del negocio, una francesa remilgada que se parecía a la bruja del Mago de Oz le dijo que no por tener títulos era válida para cualquier trabajo. Y tenía razón, porque para vender un par de zapatos tenía que contar una retaíla de cosas que ni David Copperfield.
El tercer día, después de una dura jornada y de nuevo en el Panteón se sentó para leer y un hombre se le acercó. "¿Calzas un 38 verdad?" Ella lo miró pensando que era la pregunta más original que le habían hecho nunca para ligar. Lástima que era feo como un demonio y seguramente perturbado... Los zapatos son objetos místicos. Cada día me convenzo más.

viernes, 3 de octubre de 2008

La bocca della verità


Cuando una llega a esta ciudad tiene la romántica esperanza de que un lugareño la lleve en moto cerca del Coliseo y después meta su mano en la Bocca della Verità. Cuenta la leyenda que si mientes mientras tienes la mano dentro la bocca se cierra y tu mano queda atrapada.
La cuestión es que la mano la puedes meter, pero sólo el tiempo suficiente para que un romano con una cámara de fotos te saque la instantánea y te pida una propina. Hay una cola kilométrica para hacerse dicha foto y a las siete de la tarde cierran el chiringuito. El señor de la barba este está en una iglesia cerca del Trastevere y por la noche la cierran así que romanticismo cero.
Hablando del Trastevere el otro día mis compañeras de piso alemanas me llevaron a un sitio que se llama Cioccolateria e rivendita di libri. Tampoco hay que saber mucho itailano para saber lo que significa. El tema es que en este bar preparan chupitos en vasos de chocolate que te tienes que comer a la vez que te bebes lo que sea. El plus es que los chupitos tienen nombres eróticos. Llegan las extranjeras y de lo único que se enteran es de lo que significa 69 y punto G (ese lo ha visto alguien??). El resto yo me lo quedo en la imaginación y en la asociación de ideas. Evidentemente cuando llega alguien el camarero pregunta "¿qué te hago?" Tengo que confesar que ya he ido tres veces...