jueves, 27 de noviembre de 2008

Del Palazzo Brancaccio al Giardino degli Aranci


Cuando uno está por conocer a un diplomático siempre se imagina una persona con porte, carisma, don de gentes... Dotes todas en las que pensamos antes de saber si el diplomático en cuestión es uno de carrera o uno elegido a dedo.

Ayer mismo estaba yo con mi compañera de piso en un cocktail con diplomáticos y para uno que se acercó resultó ser de dedo, porque después de reiterar que el salón le parecía demasiado rococó dos veces (con largos silencios incómodos en medio) la miró y le preguntó "¿tú de que parte eres de España?". Ella, que es más rubia que Macauley Culkin respondió "di Francoforte".

Nada podía mejorar esta conversación por lo que, cuando apareció el de prensa (Anna pensó que quería ligar con ella, pero era el de prensa) me preguntó que si nos había llegado la documentación, Anna le dijo que ella venía conmigo y yo le dije "ho portato la mia compagna". Ante su reacción creo que mis palabras le crearon una duda razonable sobre si éramos un par de lesbianas internacionales.

Que me fuera antes de tiempo del evento tampoco es que le pareciera muy bien al susodicho pero yo bajé con prisa los escalones con alfombra roja sin perder ningún zapato. Me sentía en una película de Meg Ryan, cruzando un puente con un lago debajo y luces alrededor de los árboles.

Este fin de semana me espera recordar los cuadros de Caravaggio en tres iglesias y visitar el Giardino degli aranci.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Doce pasos para superar desengaños

1. Empapar la almohada mientras ves una peli triste/ escuchas canciones tristes/ ves fotos

2. Comerte todo el chocolate que tienes en casa, incluido el que no te pertenece y aguantar el dolor de barriga que viene después.

3. Hablar de tu desgracia con todo el que se presente por delante con ojos hinchados y cara de loca para que te diga "son todos iguales, no merece la pena".

4. Indignación absoluta por haber escuchado otra vez en tu vida la frase "no eres tú soy yo". Sacar defectos.

5. Irte a la cama a las seis de la tarde.

6. Comenzamos a resurgir de las cenizas... ir al gimnasio a quemar el chocolate.

7. Ya en el gimnasio ponerse esta canción en el MP3 mientras se hace bicicleta:



8. Llamar a una amiga para comentar de nuevo tu desgracia, esta vez mientras vas de compras.

9. Comprar lencería muuuuuy sexy.

10. Eliminar el contacto del messenger.

10. Ir de copas y ligar de forma compulsiva como si se fuera a acabar el mundo.

11. Dejar pasar el tiempo porque así y de forma natural...

12. deja de doler

jueves, 20 de noviembre de 2008

Las estrellas no tienen novio




Desde el autobús sigo tu silueta que se aleja y me veo hace ya quince años, en un patio demasiado grande, en una esquina, con mi libro. No me han cogido para jugar al fútbol porque me caigo siempre. En el fondo seguramente mi madre se alegrará de no tener que comprar otro par de leotardos azul marino.

Miro distraida a la anciana que quiere sentarse a mi lado. La ayudo. Me mira agradecida... En esta ciudad nadie se levanta cuando entra un anciano en el autobús y todos tienen demasiada prisa por no llegar a ninguna parte. Pero me estoy enamorando de ella. Es toda piedra y edificios en ruinas. Es una ciudad lírica donde los habitantes tienen la nariz demasiado grande y los brazos abiertos para los desconocidos.

De camino a casa me pregunto en qué momento descubrí que me había despertado de un letargo que había durado demasiado. En qué momento decidí dejarme llevar... Luego recuerdo una conversación en tu coche en la que me decías que mi problema era justamente ese. Que no me dejaba llevar. Puede ser que, según crecemos, nuestros dedos se queden agarrotados, aferrando las escaleras del trampolín antes de saltar. Porque en la mayoría de las ocasiones no hay agua debajo... Esta vez, de hecho, no había agua, sólo una voz dando un consejo que te lleva de nuevo al fondo seco y descolorido donde mueren las ilusiones. Donde yo las ahogo con una almohada, de noche, para que nadie las escuche y sepa que alguna vez estuvieron ahí.


Estampa del cielo
Las estrellas
no tienen novio.
¡Tan bonitas
como son las estrellas!
Aguardan a un galán
que las remonte
a su ideal Venecia.
Todas las noches salen
a las rejas,
¡oh, cielo de mil pisos!
y hacen líricas señas
a los mares de sombra
que las rodean.
Pero aguardad, muchachas,
que cuando yo me muera
os raptaré una a una
en mi jaca de niebla.
(Federico García Lorca)

lunes, 17 de noviembre de 2008

Otoño en Roma

Las calles se llenan de hojas amarillas y verdes mientras cruzo el Tíber. En otoño, son los árboles los que hacen cada ciudad diferente de las demás. Siguen gustándome los jardines y no me canso de descubrir los que, esparcidos por Roma, esperan una tarde de lectura mía, una foto... al menos un paseo.

Ya me he acostumbrado al café y a los retrasos, uno tras otro. Anna me decía que hay que trabajar con la paciencia. Lo intento. A lo que no me acostumbro es a los romanos. Llegué aquí pensando que éramos como gotas de agua. Ahora me doy cuenta de que entenderlos es mucho más difícil de lo que parecía. Son la encarnación del caos. Nada de la dulzura o los piropos gratuitos que me vendían antes de venir.

Me dice Roberto, que pasa unos días conmigo, que a lo mejor es hora de dejarme claro que no vivimos en la Edad Media... Vivimos en una época en la que aún hay cantautores, poetas, músicos, pintores... personas que cultivan sentimientos. ¿Es posible que yo me tope con alguno aquí? ¿Somos los españoles que tenemos prejuicios o soy yo que me escandalizo si me proponen sexo sin apenas conocerme? Respirar... Abrir la mente... Respirar.