jueves, 8 de octubre de 2009

De mantenerse a flote... (en todos los sentidos)


Hacía falta una charla relajada con los amigos tomando un café. Algo de pánico al comprobar que con la que tenía más en común era con la recién casada. Hablaba de tardes interminables en Ikea y de muebles que una vez montados mal había que ofrecer como sacrificio al contenedor (ojito con que sea el contenedor correcto, que Gallardón multa a las comunidades de vecinos que no reciclan bien, por eso yo tiro la basura en el contenedor del restaurante de enfrente).

Ahora soy más deportista y como menos. Realmente no es que esté a dieta, es que en general tengo menos cosas para comer en casa. Ayer mientras me lavaba los dientes recordaba el único momento de mi vida en el que he compartido comida con mi padre. Un combo de costillas del Foster´s Hollywood. A los dos minutos me vi engullendo como si se fuera a acabar el mundo y con un gran estrés. ¡Si no comía rápido no comía, mi padre estaba devorando... mi parte!

Ahora la cocina es una metáfora del combo de costillas. Resulta que no era mi padre, resulta que es una cuestión de género. Los hombres altotes comen mucho. Novio come mucho. Novio me ha dejado sucesivamente sin probar el zumo de piña, sin cereales para cenar y sin galletas. Por lo menos deja los yogures porque no son líquidos (yuju!) y también las tabletas de chocolate.

A base de chocolate y yogures se puede sobrevivir. Además me hace sandwiches para que me lleve al trabajo y me llena el termo del café... Aún intenta enmascararme el queso en las comidas pero ya aprenderá. Es grandote, comprensible que haya que alimentarlo.