jueves, 16 de octubre de 2008

El cartero siempre llama dos veces


En mi rutina diaria está pasar por la oficina de correos al menos cinco veces. Normal si tenemos en cuenta que vivo en el edificio que hace esquina con la "posta". Al principio era divertido ver colas de gente esperando a que abriese o a sacar dinero en el cajero (porque aquí la posta resulta que también tiene un cajero ¿¿??) porque me imaginaba que eran hombres haciendo cola para venir a verme. Es lo que tiene lo que contaba el otro día del ego.

Ahora sin embargo estoy preocupada. Después de leer tanto sobre la camorra, ver la película que Italia llevará a los Oscar y saber que su autor se va del país porque quieren ponerle una bomba antes de Navidad me fijo en los detalles. Resulta que siempre que paso por esta oficina hay un tipo vestido de azul oscuro con gafas de sol y un mp3 que lleva unas 'doctor marteen' negras y que no se mueve en toda la mañana. No mueve ni una ceja vamos. Lo más curioso es que ¡lleva un chaleco antibalas!

¿El cartero? ¿El guardaespaldas del cartero? Después de emprender la maravillosa aventura de retirar una carta certificada he entendido que debe de ser el guardaespaldas de los que trabajan dentro. De hecho de una rubia pérfida que toma café tras café detrás del mostrador blanco. Esta mujer ciertamente tiene que estar amenazada de muerte por varios grupos mafiosos, terroristas y de amas de casa. Yo de hecho experimenté en mis propias carnes un deseo enorme de acabar con ella.

Llegaba yo con algo de prisa por eso de que me estaba esperando mi adorada vecina para llevarme a hacer la compra. Pensaba, ilusa, que tardaría unos cinco minutos en retirar la carta teniendo en cuenta que había tres personas a parte de mí. ILUSA. Después de sacar el papelito similar al de la frutería me di cuenta de que aquella malévola mujer que tenía que atenderme, en vez de dar al botón para que cambiase del P20 al P21 lo que hacía era meterse por una puertecita y salir con un café. Vi su cucharilla removerse con parsimonia mientras yo la miraba con ojos-escupe-fuego. Nada. Ni se inmutó. Después de un rato me acerqué y tras una amable charla accedió a atenderme. Media hora. Ni un minuto más ni uno menos fue lo que tardó en darme la maldita carta que al fin y al cabo tampoco era la que yo estaba esperando... No me extraña nada que ponga a su novio con chaleco antibalas en la puerta por si las moscas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidades azi..
he intentado llamarte desde el curro, pero como sale desconocido no me lo has pillao o eso, o que estabas sopa sopa.. aun asi.. lo dicho muchas felicidades y un besote, probaré a llamarte mañana

El Filosofo Enmascarado