
El carabiniero se retrata con el narco como lo haría cualquier otro varón que ha ido de caza y ha vuelto a casa con una buena pieza para la cena. Cierto es que ninguno de los dos es corresponsal porque están bien alimentados.
Ayer el carabiniero pasó a formar parte de mi elenco de seres antipáticos. El género carabiniero me vaciló sin piedad y acabé sin ver el concierto al que había ido y cantándole las cuarenta a dos de ellos en españo-italiano (porque el español suena como más agresivo y alemán todavía no sé hablar).
El carabiniero pertenece a la especie "hombre-merodeador" que es una variante del "anciano de parque comedor de pipas". El merodeador se pasea como labor principal. Puede pasearse y gritar improperios, pasearse erguido dándose importancia o pasar cien veces en veinte minutos por delante tuyo mientras grabas una crónica. Éste último me inquieta, incluso más que el que finge hacer footing cuando realmente corre haciendo círculos a tu alrededor con expresión curiosa.
Pidamos a los cielos al menos que uno de estos corredores me ayude a atrapar al gitano rumano que le pone ojitos a mi bolso si decide algún día hacerse con él.
1 comentario:
grabando crónicas los mejores son los "paletas". Hacinados en una furgoneta y pitando cuando tu estás grabando.
O las chavs con su carrito de crio sandwich (invento espantoso que hace que uno de los niños se sienta, inevitablemente, despreciado) que intentan pasar sobre tí, tu cámara, tu tripode y tu circunstancia.
En fin...
Publicar un comentario