jueves, 27 de noviembre de 2008

Del Palazzo Brancaccio al Giardino degli Aranci


Cuando uno está por conocer a un diplomático siempre se imagina una persona con porte, carisma, don de gentes... Dotes todas en las que pensamos antes de saber si el diplomático en cuestión es uno de carrera o uno elegido a dedo.

Ayer mismo estaba yo con mi compañera de piso en un cocktail con diplomáticos y para uno que se acercó resultó ser de dedo, porque después de reiterar que el salón le parecía demasiado rococó dos veces (con largos silencios incómodos en medio) la miró y le preguntó "¿tú de que parte eres de España?". Ella, que es más rubia que Macauley Culkin respondió "di Francoforte".

Nada podía mejorar esta conversación por lo que, cuando apareció el de prensa (Anna pensó que quería ligar con ella, pero era el de prensa) me preguntó que si nos había llegado la documentación, Anna le dijo que ella venía conmigo y yo le dije "ho portato la mia compagna". Ante su reacción creo que mis palabras le crearon una duda razonable sobre si éramos un par de lesbianas internacionales.

Que me fuera antes de tiempo del evento tampoco es que le pareciera muy bien al susodicho pero yo bajé con prisa los escalones con alfombra roja sin perder ningún zapato. Me sentía en una película de Meg Ryan, cruzando un puente con un lago debajo y luces alrededor de los árboles.

Este fin de semana me espera recordar los cuadros de Caravaggio en tres iglesias y visitar el Giardino degli aranci.

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