jueves, 20 de septiembre de 2007

Florencia con C


La silueta de un cadáver de muñeca pintada bajo un arco donde duermen los indigentes cuando llueve. Un candado desconocido que lleva una pulsera que en realidad es una goma del pelo ¿Lo reconocería entre los otros? Una crepería siempre cerrada que cuando abre hace temblar de felicidad el estómago. Estómago con paredes de chocolate o de “cioccolata” después de atiborrarse. Contigo.


Horas que vuelan sin que sea consciente, que se escapan de una forma algo cruel cuando me doy cuenta de que ya no están, de que las que vengan serán distintas. Intentar memorizar con los dedos tu rostro, tus labios, tu forma de besarme, tu barba de dos días. Oler con más intensidad cuando estás cerca. Rogar a mi pituitaria que haga un esfuerzo para que ese olor no se vaya nunca. Una sandía y un plato de pasta en el lugar donde, de día, se agolpan las palomas. Contigo.


Saltar a un triángulo de piedra para sentir más cerca el río y los susurros que vienen del puente que los alemanes no quisieron bombardear porque es demasiado hermoso. Saltar sin miedo a caer, con un deseo ferviente de hacerlo que crece dentro de mí cada momento. Verte cocinar. Aferrarme a ti en una cama minúscula para no acabar en el suelo. No dejarte dormir. Miradas verdes mientras te muerdes el labio inferior. Miradas de mar y de tierra cerca de la pupila. Besos de mariposa. Besos de nube. Besos… Mucho cariño. Un helado tan grande que acaba en mi camiseta como si hubiera sido su destino. El camino a casa contigo. Una lágrima que vivió conmigo dos días pero no se atrevió a salir. Birra Moretti. Cosimo. Un convento con tu nombre y un cuento. De los que me gustan. Con un beso tuyo al final.


Canciones, muchas en inglés, otras en italiano. Algunas tristes y una de Gianna Nannini que bailamos por la calle. E nel ansia che ti perdo ti scatterò una foto. Reír cuando te ríes de mí. Medir la pancia. Descubrir que en Croacia viven españoles disfrazados. Comer pasta y zumo multivitaminas.


Roma… dejar señales en la ciudad para volver una vez y otra… siempre con tu mano impresa en la mía. Aunque no estés. Cenar con los ojos del animal más bello del mundo tras nosotros, en blanco y negro. Quererte. Amarte como no sabía que podía amar. Experimentar un calor inmenso en la puerta de mi casa y temblores en las rodillas. Volver a escribir y conocerme un poco más. Una torre de libros. Un marca páginas de luz amarilla y palabras. Un chico ostra melancólico y una chica vudú con una barra de bar tatuada en el pecho. Cantar. Lluvia. Empaparse en un mercadillo y vislumbrarte tras un café, cuando aún no sabía que eras tú. Viajar con la mente a Escocia y Punta Cana. Soñar. Un atardecer en el Forte Belvedere y un abrazo. El mañana que no duele hasta que llega. Ti amo in tutte le lingue del mondo. Rosas de cementerio que cambio por dos flores de pétalos color lila. Voglia di volare.


Creer. Crecer. Cadere.

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