jueves, 14 de febrero de 2008

La Sospecha después de Cibeles


El resfriado que me ataca no ha sido impedimento para disfrutar de un día completito... Mi visita a la Pasarela Cibeles se resume con un flechazo que vivimos el bolso Birkin de Hermes en azul charol que llevaba una de las modelos y yo. El bolso me rozó una pierna y yo lo miré, como cuando se encapricha una del novio de una amiga...
En fin, como el hurto está penado y el robo más, decidí que nuestra relación se limitara a un amor platónico.
Hablando de amores, tengo que secundar la idea que han tenido Tomás y Lola de celebrar San Faustino, el día de los no enamorados y los amigos queridos. San Faustino es un tipo mucho más simpático que San Valentín, que nunca existió y que me recuerda a una película de Concha Velasco y compañía (me resulta imposible acordarme del resto pero creo que salían dos parejas en ese largometraje mítico del cine español).
En los días previos a esta celebración, que tendrá lugar el próximo viernes, está bien hacer vida social para ir abriendo boca. Y por eso, después de mi desengaño con el bolso Birkin me fui al estreno de La Sospecha... una obra de teatro de John Patrick Shanley que representan en el Teatro Infanta Isabel.
La obra está genial, los actores están bien pero el texto me encantó. Quizá por algo de deformación profesional, pero hay un momento en el que el cura protagonista compara en su sermón romper un cojín de plumas y dejar que vuelen con los chismes, que me hizo asentir con la cabeza un par de veces.
Después La Bardemcilla (que para algo una de las protagonistas de la obra es Pilar Bardem) y sus camareros, que están enamorados de Ana (normal, por otra parte). Dos de ellos son cubanos y no paraban de dibujarle corazoncitos en el cuadernito de los pedidos. Otro, más castizo, decía que los cubanos vienen del otro lado del Atlántico y están sin evangelizar.
Dormir, he dormido poco, pero estoy desarrollando mi talento para vivir.

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