viernes, 1 de mayo de 2009

De cómo China demostró su poderío de potencia emergente y dejó a Alemania y España boquiabiertas




A los que se pregunten por qué esta página no se actualiza... fácil, porque en estados de felicidad uno se dedica a vivir y no a describir lo que vive. Una muy repipi versión de mí misma con 15 años le preguntó a su profesora de literatura en el colegio por qué Machado había tardado tanto en escribir los poemas que hablaban de la muerte de Leonor. La profesora me contestó... porque las cosas primero hay que vivirlas y luego escribir sobre ellas.

Con tan magnífica excusa nadie puede volver a echarme en cara lo que tardo últimamente en darle algo de vida al blog.

Desde que mi casa se convirtió en un anuncio de Benetton, la confrontación cultural está a la orden del día. Aún no hemos descubierto si Michelle (como se hace llamar la china que en realidad tendrá un nombre como Mi kado o algo que en chino signifique flor de cactus) es más londinense, más sueca o más china.

Mis baldíos intentos por comer comida china gratis han acabado con mi lengua suplicando clemencia tras probar uno de sus platos thai (picante, nada que ver con lo que me trae Fu Hao a casa cuando le hago el pedido). La limpieza es una utopía en la que cabe dejar media hornilla limpia y media sucia y lo de montar muebles no sé si es lo suyo porque no se ha puesto.

La alemana, por su parte, acumula odio y rencor en el cuerpo ese tan esbelto que tiene porque Michelle tiene novio... Bueno, realmente no es porque tenga novio. Si fuera un tipo relleno, llamado Claudio y calvo seguramente no le importaría. Es porque tiene EL NOVIO. El americano que protagoniza Smallville aparece de cuando en cuando en nuestra cocina con el torso desnudo! Y... está con la china.

Lo único que hace que la alemana mantenga la fe en la humanidad y no saque sus impulsos alemanes de exterminio es que la china jura y perjura que por las noches, cuando ella se pone el salto de cama rojo que luego olvida encima de nuestra lavadora, duermen. No le toca un pelo... Novio dice que fácil es que en una de estas el chaval se gire y la deje como un pincho moruno.
Eso mejor que no lo sepa la alemana, que el día de la cena thai recorría con mirada estupefacta la línea invisible entre la china y Keith (así se llama Superman) y me decía por lo bajini "se nota que él está incómodo".

Incómodo o no, la china, que confesaba plantearse seriamente convertirse al islam mientras uno de sus pezones se dejaba entrever cuando se giraba hacia mi lado de la mesa, dice no estar enamorada sino pasar el rato. ¿Se lo puede permitir? Es decir... ¿Acaso existiendo hambre en el mundo podemos permitirnos rechazar un filetaco florentino? Yo estoy a dieta pero no lo rechazaría.

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