jueves, 20 de marzo de 2008

Lilas


Siempre corriendo, sin detenerme a mirar alrededor, sin parar. Así no me doy cuenta de lo que me estoy perdiendo. Así, dejo tu recuerdo en un lugar al que sólo acudo con los dedos rojos e hinchados, que tocan ese trozo de madera que me une a la espiritualidad. Yo, que no creo y admiro a los que creen. Que creo en cosas que pueden existir o no pero me dan fuerza a diario porque, al menos un segundo, las rocé y guiaron mis pasos hacia otros países.

Ahora que preparo mi regreso no tengo muy claro si lo que me mueve es la fe o la racionalidad. A todos diré que me voy a aprender un idioma, a crecer… Pero sé que me voy a encontrarme con la parte de mí que mejor me ha hecho sentir. La que espera latente entre el sarcasmo y el humor ácido que me protege.

Te he pedido un sueño y me has dado libertad, abismo. Mis dedos rojos suplican presencia y van a buscarla al agua, que les da paz y alivio, que tiembla cuando la rozan.

Saberme libre no me hace más humana, porque yo no rompí mis cadenas. Se deshicieron cuando llegó el frío y las echo de menos. Una mariposa que quiere volver a envolverse en seda. Eso soy. Quiero que vuelva el miedo porque significará que hay algo que perder más allá de lo que veo cuando miro al espejo.

Búscame. Aún tengo retales de tu alma en el estómago. Te los devolveré. No los quiero. Son como espinas de pez que ningún río consigue arrancar. Búscame. Tengo un sueño para ti. Está envuelto en pétalos de flores color lila y no me pertenece.

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